1. Prepara la superficie: Limpia bien las piezas a soldar con un cepillo metálico o lija para eliminar óxido, grasa o suciedad. Una superficie limpia garantiza una mejor adhesión.
2. Calienta la zona a soldar: Usa un soplete o encendedor de alta temperatura para calentar uniformemente la pieza. No calientes directamente la varilla, solo la superficie de trabajo.
3. Aplica la varilla de soldadura: Cuando la superficie esté lo suficientemente caliente, frota la varilla sobre ella. La varilla se derretirá y se adherirá al metal, formando una unión resistente.
4. Distribuye el material: Extiende el material de manera uniforme con la varilla para garantizar una soldadura fuerte y sin grietas. Si es necesario, repite el proceso para reforzar la unión.
5. Deja enfriar y verifica la unión: Espera unos minutos hasta que la soldadura se enfríe completamente. Una vez fría, verifica la resistencia de la unión y asegúrate de que la reparación esté firme y sin fisuras.